domingo, 28 de diciembre de 2008

El trabajador, el empresario y el mundo.

Escribiendo de mala manera.
UN! DOS! TRES! PIM-PAM!.
No se me alegran las manos sacudidas
por la madera exprimida y atormentada.
Cuando en la descubierta sinfonía
su desasosiego no le permitía
estar erguido ni por un momento.
UN! DOS! TRES! PIM-PAM!.
Con cada palabra de su dolor,
cada uno de mis dedos se sentían
secuestrados por la suciedad y
cada porosidad creada por las finas
betas de la madera.
Tantas astillas queriendo desaparecer
del conjunto de vida ahogada, cortada y exprimida.
¡POBRE MADERA! Tan inerte e indefinible.
Tanta muerte dolorosa
sin escuchar los gritos de dolor,
pero ahogándome poco a poco.
UN! DOS! TRES! PIM-PAM!. Con cada locura.
Con cada apuesta por saborear
el placer de bañarse en el dolor de los demas,
y en su misma muerte lenta y desconocida.
No entiende que su idea los asesina,
asesinando al resto.
Asesinando la belleza impura y
natural de su pompa.
Su burbuja impenetrable
tan saboteada y agujereada
como una pelota de golf
que a duras penas descansa en el hoyo.
UN! DOS! TRES! PIM-PAM!.
Ni él lo entiende,
ni mis dedos como siguen sufriendo por su bien.
Su bien que tan mal me causa.
A mí y a él.
PAM-PAM!

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